El ciervo es una de las especies más habituales de la montería española y el hecho de que se haya convertido en una de las más numerosas en los últimos años también ha despertado el interés por la caza en berrea y a rececho, incluso en el norte de la península. Su enorme capacidad para adaptarse a cualquier tipo de clima y la ausencia de depredadores naturales ha hecho que pueda expandirse con cierta facilidad por todo el territorio español.
Para muchos cazadores es, actualmente, la pieza reina de la caza, ya que es un animal muy inteligente, dejando que las hembras abran paso durante el rececho y agrupándose en manadas durante las monterías. Lo que sumado al porte y a la elegancia con la que camina y a la nobleza de su mirada, le ha valido el apodo del “príncipe de los bosques”.
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Las costumbres del ciervo: ¿cómo se comporta?
Al igual que el resto de especies venatorias, el ciervo concentra su mayor actividad en las primeras horas del día y al atardecer, cuando el sol empieza a ocultarse en el horizonte. Es en estos momentos en los que es más sencillo encontrarlos pastando por nuestros bosques y dehesas, adaptando su dieta en función de la época del año. Principalmente son herbívoros y completan su alimentación con frutos secos como la bellota o la castaña, pero también con frutas como las peras, las manzanas y los higos, entre otros.
¿Cómo cazar ciervos?
La caza del ciervo es bastante desconocida para el público general y poco valorada por muchos cazadores, que se decantan por otras especies. Sin embargo, nosotros creemos que es una de las más emocionantes. La montería tradicional suele ser la modalidad más popular, seguida del rececho y del aguardo en menor medida.
Las tres modalidades pueden ser realizadas en toda la geografía española, tanto en cotos cerrados como en fincas abiertas.
Aunque la montería abierta resulta mucho más fascinante y permite disfrutar de vivencias únicas. El latir de los perros persiguiendo un ciervo, saber que el ejemplar de nuestros sueños puede aparecer en cualquier momento o el mero hecho de disfrutar del contacto con la naturaleza sin ver nada son experiencias difíciles de describir con palabras. Es cierto que en la montería de ciervo no abundan los grandes trofeos y, de manera excepcional puede abatirse alguna medalla, pero siempre podemos sorprendernos.
Por su parte, el rececho es una modalidad que ha ido ganando adeptos en los últimos años. Una caza más pura donde solamente está tú, el animal y la naturaleza que nos rodea, lo que implica un enorme desafío, ya que debemos intentar acercarnos al máximo a la pieza sin ser detectados.
La mayor parte de los cazadores suelen decantarse por esta modalidad durante la berrea, pues es el momento en el que los grandes machos se relajan y es más fácil verlos a plena luz del día. Pero además, nos permite ver con mayor claridad si compensa o no intentar el acercamiento. No obstante, algunos cazadores prefieren hacerlo en noviembre o durante los meses siguientes de veda, ya que de este modo se le da al venado tiempo para comer y descansar con el objetivo de recuperarse del celo y reponer fuerzas. Además, vuelven a ser más desconfiados, por lo que tenemos que ser más cuidadosos si queremos tener éxito.
El trofeo del ciervo
En la mayor parte de las fincas abiertas, el ciervo carece de grandes trofeos. Por lo general, en este tipo de recintos abundan los ejemplares pequeños que son tardíos para su edad, hay más venados defectuosos y con falta de alguna punta o incluso la corona. Lo cual está relacionado tanto con cuestiones genéticas como alimenticias y sanitarias, lo que provoca estas carencias en el trofeo.
Además, hay que tener en cuenta que la consanguinidad es uno de los principales factores para el desarrollo de los venados, por lo que es recomendable realizar una selección, tanto de machos como de hembras, a lo largo de todo el año y no únicamente en la jornada de la montería.
Por otro lado, hay que destacar que la alimentación es un factor fundamental en la época de crecimiento de la cornamenta, siendo aconsejable aportar piedras de magnesio y calcio que contribuyan al desarrollo del trofeo y que hagan que sea más resistente a las peleas con otros machos.
Pero las enfermedades y parásitos también influyen de manera negativa en los ciervos, siendo conveniente descartar los animales enfermos y llevar a cabo análisis periódicos de las poblaciones cuando sea posible. Eso sí, es cierto que no es una labor sencilla en fincas abiertas, ya que la mayor parte de ellas se dedican a la ganadería y tienen la caza como una actividad complementaria a los recursos que se obtienen de la misma.