Para disfrutar de una agradable jornada de caza en verano, es necesario tomar algunas precauciones. Por ejemplo, debemos recordar que es el momento del año en el que los terrenos se encuentran más secos y en el que los insectos están más presentes. A lo que hay que sumar que las temperaturas son mucho más elevadas, afectándonos de manera negativa tanto a nosotros como a nuestros perros.
Por este motivo, es fundamental elegir bien la ropa y el equipo para que podamos desarrollar nuestra actividad de manera correcta.
Tabla de Contenidos
Ropa y calzado adecuados
Es obvio que tenemos que usar ropa y calzado deportivo acordes al clima de la época del año en la que nos encontremos. Lo ideal es que las prendas sean holgadas y transpirables para favorecer la circulación del aire en su interior, evitando en la medida de lo posible los colores oscuros y apostando por las tonalidades claras. Sin embargo, no es conveniente usar prendas cortas para evitar las picaduras de insectos y las quemaduras del sol.
Es aconsejable llevar prendas largas, pero ligeras y holgadas, de manera que podamos realizar cualquier movimiento que queramos hacer durante nuestras caminatas por el medio natural. En cuanto al calzado, este debe transmitir seguridad y agarrar perfectamente el tobillo, evitando las costuras interiores que puedan resultar incómodas. Además de ser transpirable y flexible. Y, para la cabeza, es recomendable utilizar una gorra o un sombreros para prevenir las posibles insolaciones y los dolores de cabeza.
Evitar los golpes de calor
El mayor riesgo que se puede producir en verano cuando vamos al campo son los golpes de calor, que incluso pueden resultar letales para los perros cazadores. Para prevén ir este tipo de situaciones, lo más aconsejable es evitar las horas centrales del día que van desde las 12 h a las 18 h, siendo preferible iniciar la jornada al amanecer o al atardecer. Y, aun así, es importante usar protección solar para evitar las quemaduras en la piel.
Pero además, es fundamental mantenerse bien hidratados, tanto antes como durante y posteriormente a la actividad cinegética. Recuerda que en verano perdemos líquido más rápidamente, por lo que es importante beber constantemente y no esperar a tener sed. Lo ideal es ir dando pequeños sorbos, ya que la deshidratación celular empieza antes de notar la sensación de sed.
Además, es recomendable que bajes la intensidad de la actividad. Con las altas temperaturas, nuestro rendimiento físico se reduce, por lo que nos agotamos con mayor facilidad. No olvides prestar atención a las señales que te envía tu cuerpo. Si notas que el calor es excesivo o cualquier otro tipo de molestia, como agotamiento o dolor de cabeza, intenta buscar un lugar de sombra para protegerte y beber agua. Y si vas acompañado, aún mejor, ya que podrás avisar al resto de tu malestar.
Riesgos para el perro
Hay que tener en cuenta que los perros de caza realizan un importante esfuerzo en condiciones bastante duras, ya que van más cerca del suelo y perciben constantemente el calor que desprende. Además, sus patas sufren mucho con la dureza y la temperatura del terreno, y reciben una gran cantidad de polvo en suspensión mientras van rastreando, teniendo que incrementar mucho su respiración para refrescar su cuerpo.
Cuando el perro es joven y están bien entrenado, intentará esforzarse al máximo, llegando incluso a sobrepasar sus límites, lo que puede provocar que se deshidrate. Por este motivo, es muy importante que estemos pendientes de darle agua constantemente e incluso, mojarlo o dejarle que se bañe si hay algún lago o río. Además, si vamos a estar varios días de caza, es recomendable darle una cucharada de electrolitos y otra de bicarbonato sódico con la comida cada día para reponer las sales minerales que pierde con el calor.
Otro problema típico de la caza en verano son las “despeaduras”, es decir, el desgaste que sufren las almohadillas plantares y que pueden dejarlo inmovilizado durante semanas. Algo que suele ocurrir cuando las almohadillas no están lo suficientemente duras y gruesas, y que se agrava cuando el terreno está seco y lleno de rastrojos. Para evitarlo, podemos proteger las patas con un buen protector para almohadillas y untándolas con alcohol yodado.
Si vemos que nuestro perro camina con mucha dificultad o que está cojeando, tenemos que actuar con rapidez para aliviar su dolor. Es recomendable darle baños de agua fría con vinagre. Pero si las almohadillas ya están levantadas, habrá que desinfectarlas con un antiséptico y dejar que descanse unos días para que se cure.
Cuidado con las víboras e insectos
En verano también hay riesgos más allá de las altas temperaturas. Por ejemplo, las tabarreras son muy peligrosas, ya que muchas veces ni siquiera nos da tiempo a verlas y podrían picarnos tanto a nosotros como a nuestro perro.
Aunque una picadura no es un problema grave, si nuestro perro es picado más de una vez, puede sufrir un shock como resultado de una reacción anafiláctica o de las toxinas absorbidas. Si se rasca mucho la boca o babea mucho, puede que le hayan picado. En estos casos, es importante acudir lo antes posible al veterinario. Pero además, es recomendable llevar un antihistamínico para aliviar la irritación y la inflamación. Y siempre es recomendable repasar los bordes de una charca o bebedero antes de dejar entrar al perro, ya que, con el calor, muchos bichos buscan el frescor de las fuentes y las charcas en verano.